Antonio Miguel Nogués Pedregal

©/2 Antonio Miguel Nogués Pedregal (2005)
Publicado en Diario de Cádiz, 23 de junio de 2005

Este es el nombre de un disco de vinilo del legendario grupo de pop-rock ‘Supertramp’. Corría el año 1975 cuando la furia de la guerra árabe-israelí sacudía el mercado del petróleo, las constantes referencias a la crisis energética encontraban eco en los últimos crímenes del Vietnam y hacían estragos sobre el estado del bienestar, y en el Primer Informe del Club de Roma se cuestionaba la filosofía del desarrollo económico y los límites de un crecimiento ilimitado. Por ello cuando el grupo liderado por Rick Davies y Roger Hodgson, quizás aprobara la famosa cubierta de disco, la iconografía todavía resultaba surrealista e irreal; incluso un poco atrevida para la época. Si lo recuerdan el fotomontaje mostraba a un delgaducho individuo con gafas de sol y recostado sobre una hamaca junto a la que había colocado una mesilla con algún combinado de la época. Predominaba el color anaranjado que destacaba sobremanera contra el fondo gris de una ciudad industrial. Una situación bastante ilustrativa del state of mind de aquellos setenta. Desconozco si la intención del grupo, o del diseñador de la portada, fue denunciar la insostenible y paradójica situación de una sociedad que conjugaba una creciente preocupación por la calidad y el aumento del tiempo libre con una absoluta des-preocupación por los efectos perniciosos que nuestra forma de vida tenía sobre el entorno natural.

Tampoco he tenido la ocasión de volver a escuchar el LP porque, como tantas otras cosas de aquellos años, también lo perdí. Seguramente lo dejé olvidado en alguna de las fiestas en ‘el club’ a las que, como no podía ser de otra forma, debíamos ir pertrechados no sólo con las bebidas, el tabaco y los ‘cigarrillos de la risa’ sino, muy especialmente, con nuestra propia música si queríamos tener alguna excusa para bailar (suelto, o agarrado en el mejor de los casos) con las chicas.

Sea como fuere, todo lo anterior viene a colación de las imágenes diarias que muestra el televisor: los niños esclavos y humillados, la imparable desertización que asola el Planeta, el grito de la muchedumbre tras la pancarta de cada sábado, el deshielo que borrará del mapa también a El Puerto, los niños del metro de Moscú con sus bolsas de pegamento, las torturas en los campos de concentración estadounidenses, la muerte por inanición y VIH de África, las víctimas de la violencia doméstica, los picos en el consumo eléctrico, los fondos quebrados de los pantanos y el quiebro en los fondos de cohesión… Visto así el mundo, y después del triunfo de estéticas futuro-realistas tipo ‘Blade Runner’, no sólo resulta desfasado el argumento melódico de los setenta sino absolutamente pueriles las reivindicaciones que pudiera ocultar aquélla curiosa cubierta. Como ésta.

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