Al hilo de la lectura de El Sínodo de la Familia se cierra sin atender las expectativas del Papa de Pablo Ordaz.
Un tipo muy interesante el Papa. En el discurso que ha cerrado el Sínodo sobre la Familia, Francisco ha sido muy claro: «En realidad, las culturas son muy diferentes entre sí y todo principio general necesita ser inculturado si quiere ser observado y aplicado”.
Una afirmación que en su dimensión gnoseológica viene a mantener que la/s potencialidad/es explicativa/s que tiene/n la/s verdad/es debe/n ser adaptada/s a su contexto de recepción.
Encuentro que esta aportación sobre la «inculturación» es muy, pero que muy interesante por dos motivos.
Primero sigue la ortodoxia porque mantiene la posibilidad de que exista (¡subjuntivo!) un principio general y por tanto, retoma y actualiza la recomendación del Concilio Vaticano-II sobre la necesidad de personalizar (adecuar, si se quiere) el mensaje al contexto de realidad en el que viven los creyentes. Y segundo, y al mismo tiempo derivado de lo anterior, lo encuentro interesante porque se adhiere al reto intelectual planteado por la idea de la «dictadura del relativismo» (Ratzinger dixit) –sea ‘relativismo moral’ por el que todos los sistemas de valores son válidos para su contexto de producción, o sea ‘relativismo intelectual’ que no admite la jerarquía de las ideas y sostiene que todas las verdades o argumentos tienen igual grado de validez– que asola (y por tanto debilita ya que incentiva que ‘cualquiera escriba cualquier cosa’ amparándose en esa igualdad de las ideas y los argumentos, añado yo) la producción de un pensamiento crítico y emancipador.
Afirma Francisco que ningún principio general –sea referido a creencias sobre la trascendencia del Ser (religiosas) o a creencias sobre el mejor y más adecuado uso de los recursos naturales para la vida social (económicas)– puede ser tomado como dogma, ni ser aplicado de manera indiscriminada en todos los territorios y sobre todas las gentes sin atender a sus particularidades históricas. Todos nos beneficiamos de que una autoridad así plantee las cosas de una manera tan clara y concluyente.